Tortuga y coneja
La coneja entró a un bar de la carretera se sentó en la barra y fijó su mirada hacia abajo.
Qué te sirvo- le dijo un conejo negro de dientes largos
Cerveza- dijo ella
Qué cerveza? dijo el conejo automáticamente
La que sea, no se. Cuál tienes?
Tengo pilsener y... espera - revisó- solo tengo pilsener
Pues es esa- dijo la coneja fastidiada
El barista no tomó atención a su enfado. Nadie lo hizo. ¿por qué tendrían que estar atentos a sus emociones? Solo era alguien que estaría de paso, como el resto de personas que estaban allí.
Acababa de salir de su trabajo, manejó rápidamente por la carretera central y esta vez tomo la salida 30, el que llevaba todo a la izquierda, no sabía a donde llevaba, pero no quería pensarlo. Solo quería ir.
A unos 400 metros, la tortuga miraba con deseo el bar, de dejar a un lado su pesada carga y beberse una cerveza bien fría. De verdad estaba sedienta, y también hambrienta. Ese día había hecho una caminata desde la mañana y ningún carro la recogió del camino cuando pidió aventón.
- Hey amigo, sírveme una cerveza bien fría! - dijo la tortuga mientras dejaba caer su mochila- uffff no sabes cuanto deseaba encontrar un bar, debo ser la única en este lugar que se siente feliz de estar aquí- dijo mientras echaba un vistazo al lugar y veia a personas cansadas mientras sonaba una canción de desamor.
El cantinero la miró fríamente y puso la cerveza frente a ella. Ella lo miró y lo bebió rápidamente.
- Ahhhh-dame otra.
Se sentía tan aliviada. Tenía deseos de quitarse los zapatos y soltarse el botón del short, quien le diría algo? Mientras pensaba en ello, miró a su izquierda. Era otra hembra como ella, una coneja con las orejas caídas, que apenas había bebido su cerveza. La tortuga se sentía tan feliz que no dudó en hacerle el habla.
- Si no vas a beberla, puedo tomármela yo con muchísimo gusto.
- Tenla, no la quiero- dijo la coneja sin mirarla.
- Ja, Qué te pasó? - dijo curiosa la tortuga dando un sorbo ahora más lento a su segunda cerveza
Ahora la coneja miró a la tortuga. Le volvió a la mente una copa de árbol llena de objetos, colgaban barcos, máquinas de escribir, libros, gente hablando por teléfonos, niños en cunas, comida, una yunza de cosas y seres impensables de hallarse en un árbol real. De pronto escuchó gritos y gente hablando tan fuerte que era retumbar en su cabeza. La coneja llevó las manos a sus orejas e hizo un gesto de dolor.
- Hey, lo siento, no debí preguntar. La verdad yo no se que estoy haciendo. La yo normal ni te hablaría, aunque no lo creas soy tímida, debe ser el viaje. Ya no me importa tanto algunas cosas la verdad. ja ja ja ja ja, debe ser porque no tengo la rutina habitual de ir a trabajar como todos aquí. Ja! y me siento tan bien, carajo. No quiero volver - dijo al final la tortuga bebiéndose lo que quedaba del vaso.
La tortuga preguntó al cantinero si había algun alojamiento cerca, el le dijo que a la salida hacia la carretera principal había una. La tortuga cogió su mochila y salió.
La coneja despertó de su letargo y se puso de pie. Pensó en que ya era momento de volver a casa.
Subió a su auto y vio que la tortuga camina del lado derecho, con una gran mochila y su linterna. No lo pensó mucho y se detuvo.
- Sube!
La tortuga sonrió y subió.
- Sabía que hicimos match.
La coneja sonrió apenas.
- A dónde vas?
- El cantinero dijo que a la salida a la carretera central había un motel, si hay espacio me quedo sino, te agradecería que me lleves a la ciudad. Suficiente espacio natural hasta hoy, necesito comprar cosas y comer papas fritas.
- Okey.
La tortuga le pidió que le esperara unos segundos para confirmar si había algún cuarto vacío en el motel. La coneja rogaba que no lo hubiera, le agradaba sentirse acompañada de la tortuga.
- Llévame al centro, vaquera!
- Shure!- dijo la coneja, ahora más contenta.
Entraron a la via grande, y la coneja volvió al silencio. La tortuga tampoco dijo nada. La coneja esta vez ingresó por una entrada hacia la derecha y bajó la velocidad.
- Oye, no tengo muchas ganas de entrometerme pero quiero saberlo. ¿Qué te ocurre coneja?
- No estoy segura. No se lo que siento en este momento. Por las tardes, anhelo que termine el turno y al salir, no se qué hacer. Hay días en que me siento mejor y otros días no tanto. Hoy es uno de esos días.
- Ya veo, no recuerdo haber sentido algo así pero también tuve una razón para dejarlo todo y darme un tiempo para caminar por los bosques. Necesitaba dejar de ser la tortuga, estaba harta y creo que quería un reto. No lo hago bien, debo confesar, no soy tan deportista, pero no estoy en casa. Vivo de un poco del ahorro que tenía y de la caridad de la gente que me da aventones, como tú hoy. Alguna vez terminaré hecha un caldo decía mi madre, tal vez, no lo sé sabes, igual moriré. No debería decir eso pero ya vez, hablo mucho cuando me siento a gusto. Espera, gira hacia la derecha, hay aquí un lugar espectacular, tienen faros y esas cosas, te gustará verlo. Vamos!
La tortuga se había dado cuenta que la coneja no se negaría.
- Ya conocía este lugar, yo corría por aquí en las noches. Es un lugar tranquilo, parece que aquí nada nos pasará.
- Yo venía aquí porque sabía que no habría muchas personas, es bueno conocer un lugar así dentro de la ciudad-dijo la tortuga.
- Tú no tienes familia verdad?- preguntó la tortuga.
- La tengo. Un día solo cogí mi mochila y salí, no dije nada más. No es que fuera fácil, lo pensé por mucho tiempo y un día bam! no lo pensé más, cogí mis cosas y salí cuando nadie estaba, así nadie me diría que estaba haciendo lo incorrecto. No traje el celular y solo avance, no volví. No se que pensarán de mí. No creo que lo mejor, supongo que dirán que soy egoísta. Y es verdad, lo soy. No pienso en nadie más que en mí.
Desde ese día deje de ser la tortuga, ya sabes, lo que se espera de uno: amable, inteligente, audaz, proactiva, trabajadora, aseada, femenina, cuidadosa. No digo que tampoco sea lo contrario, ojo! No me soy un animal malvada, tranquila! Ahora solo soy lo que salga. El único momento en que necesito ser agradable es cuando quiero que me ayuden pero también me siento sola andando en el bosque, es agradable poder tener compañía de vez en cuando.
- Yo necesito el dinero, por eso me levanto a trabajar a diario. Creo que es lo que me recuerda que no debo quedarme en casa.
- Y qué te gustaría hacer si ya no te preocupara el dinero?
- Qué me gustaría hacer? pues... no lo sé tortuga.
Se quedaron viendo más allá del puente. En la oscuridad, se oía algunas aves desde el barranco de cañamos.
- Qué harás cuando ya no tengas dinero y necesites comer.
- Lo he pensado coneja- tarde o temprano me tengo que integrar a la sociedad- y no se que rayos hacer. Espero no estar viva cuando eso suceda.
La coneja sintió que la conversación se había puesto densa y no se sentía mejor.
- Creo que lo mejor es que regresemos.
- Sí, no quiero tardarte más. Has sido muy amable en darme aventón y platicar.
El camino tenía partes sin reparar, estaban haciéndolo durante el día, por lo que coneja iba despacio por los baches.
- Esto ya parece una trocha dijo la tortuga.
- Sí, esto no solía ser así. Justo vinimos en días de reparación.
Las luces de los faros empezaron a titilar, la coneja se extrañó, su auto había sido reparado a inicios del año así que no debía presentar problemas. De inmediato escuchó un sonido en el motor pero no se detuvo, desvió su mirada un segundo y vio que se atravesó un animal rápidamente. Se asustó y viró hacia la derecha. Para mala suerte de las dos, estaba a la altura de un risco que por la oscuridad no se veía si era profundo, lo único que sabían es que había mucho bosque por allí.
Las dos hembras gritaban mientras el carro caia dando vueltas, era golpeadas y estaban quedando inconscientes hasta que llegaron al final. Se escuchaba un rio cerca.
(en mis sueños de despierto, te creo y eres perfecta, dices todo sobre y hasta más, no se cómo, pero lo haces. Mi mente dicta en un un papel inexistente y todo queda allí, en la nada, en el olvido, en la flojera. Hay mucho que decir, y todo queda allí.)
- ¿Sentiste eso?- dijo la coneja. Se movió, hubo un temblor!
- No, nada. Segura?
- Pero cómo no lo sentiste? Fue rápido, se movió la tierra!
La tortuga la miró sospechosa hasta que fue interrumpida por un ruido en el bosque que la alertó. Después de haber gritado auxilio, le pareció increíble que nadie la oyera estando tan cerca el parque, pero desde abajo, se veía vacío y aún no amanecía, le parecía una eternidad. La tortuga se sentó en la tierra, cansada pero con aire burlón, una sonrisa que se perdía con su mirada al vacío, se sentía terriblemente aburrida. Sintió la mirada de la coneja.
- Qué estás recordando, preguntó la coneja.
- Nada, recordé que alguna vez, en esa parque yo lloré por una desilusión amorosa. Dijo la tortuga, y sonrío.
- ¿Y por qué sonríes recordando algo triste?
- Pues, no sé, supongo que viéndolo desde este tiempo me parece absurdo. Con todo lo que pasó después, era absurdo sentirse triste por algo así.
- ¿Ya no sentías triste después de un desamor?
- Ja! cada puta vez me sentí hecha mierda jajajaja
Las dos rieron y sus risas terminaron en seco, dejando un silencio para oir otro ruido entre los árboles que estaban a unos 20 metros de ellas.
- ¿Por qué siempre duele no? El amor.
- El amor romántico, de parejas, no? umm pues. Acuérdate de lo que decía Diotima en el Banquete de Platón, solo se desea de lo que uno carece, si lo tuvieras pues no lo necesitarías, entonces no estarías deseando. El desear implica no tener, y el no tener duele, desear duele.
- Por qué dices acuérdate? yo por qué sabría quién es Diotima?
- No se, nunca leíste el Banquete de Platón? Pensé que alguien como tú lo leería.
- Alguien como yo? Quién te imaginas qué soy coneja? jajajaja me gustaría saber cómo es que me ves
- Ya! no te pongas compleja, solo es el dicho de un libro
- No lo leí pero tiene sentido lo que dice no? Tengo hambre y quiero unas papas fritas... diré que no tengo hambre cuando tenga la barriga llena, rechazaré comer en la cena porque en el almuerzo estoy llena pero cuando llega la cena, tendré hambre y seguro rebuscaré en lo que quedó de la comida.
- jajajaja estás pensando en comida? ya tienes hambre no?
- pues sí
- Deberíamos caminar hacia allá y ver si hay alguien que nos pueda ayudar, tal vez encontremos algo.
Se miraron y no se dijeron palabra, ninguna de las dos se levantó, tenían miedo. Sentían que estar al lado del carro, cerca al lugar donde cayeron, las mantendría a salvo.
- Ya! sabes qué, vamos! - dijo la tortuga. Y se levantó y comenzó a caminar.
La coneja de inmediato se levantó y la siguió quedándose atrás. Tal vez más adelante encontremos una forma de subir de este hueco al que hemos caído, dijo la coneja