martes, 29 de junio de 2021

Coneja y Tortuga

 Tortuga y coneja

La coneja entró a un bar de la carretera se sentó en la barra y fijó su mirada hacia abajo. 

Qué te sirvo- le dijo un conejo negro de dientes largos

Cerveza- dijo ella

Qué cerveza? dijo el conejo automáticamente

La que sea, no se. Cuál tienes?

Tengo pilsener y... espera - revisó- solo tengo pilsener

Pues es esa- dijo la coneja fastidiada

El barista no tomó atención a su enfado. Nadie lo hizo. ¿por qué tendrían que estar atentos a sus emociones? Solo era alguien que estaría de paso, como el resto de personas que estaban allí.

Acababa de salir de su trabajo, manejó rápidamente por la carretera central y esta vez tomo la salida 30, el que llevaba todo a la izquierda, no sabía a donde llevaba, pero no quería pensarlo. Solo quería ir.

A unos 400 metros, la tortuga miraba con deseo el bar, de dejar a un lado su pesada carga y beberse una cerveza bien fría. De verdad estaba sedienta, y también hambrienta. Ese día había hecho una caminata desde la mañana y ningún carro la recogió del camino cuando pidió aventón.

- Hey amigo, sírveme una cerveza bien fría! - dijo la tortuga mientras dejaba caer su mochila- uffff no sabes cuanto deseaba encontrar un bar, debo ser la única en este lugar que se siente feliz de estar aquí- dijo mientras echaba un vistazo al lugar y veia a personas cansadas mientras sonaba una canción de desamor.

El cantinero la miró fríamente y puso la cerveza frente a ella. Ella lo miró y lo bebió rápidamente.

- Ahhhh-dame otra.

Se sentía tan aliviada. Tenía deseos de quitarse los zapatos y soltarse el botón del short, quien le diría algo? Mientras pensaba en ello, miró a su izquierda. Era otra hembra como ella, una coneja con las orejas caídas, que apenas había bebido su cerveza. La tortuga se sentía tan feliz que no dudó en hacerle el habla.

- Si no vas a beberla, puedo tomármela yo con muchísimo gusto.

- Tenla, no la quiero- dijo la coneja sin mirarla.

- Ja, Qué te pasó? - dijo curiosa la tortuga dando un sorbo ahora más lento a su segunda cerveza

Ahora la coneja miró a la tortuga. Le volvió a la mente una copa de árbol llena de objetos, colgaban barcos, máquinas de escribir, libros, gente hablando por teléfonos, niños en cunas, comida, una yunza de cosas y seres impensables de hallarse en un árbol real. De pronto escuchó gritos y gente hablando tan fuerte que era retumbar en su cabeza. La coneja llevó las manos a sus orejas e hizo un gesto de dolor.

- Hey, lo siento, no debí preguntar. La verdad yo no se que estoy haciendo. La yo normal ni te hablaría, aunque no lo creas soy tímida, debe ser el viaje. Ya no me importa tanto algunas cosas la verdad. ja ja ja ja ja, debe ser porque no tengo la rutina habitual de ir a trabajar como todos aquí. Ja! y me siento tan bien, carajo. No quiero volver - dijo al final la tortuga bebiéndose lo que quedaba del vaso.

La tortuga preguntó al cantinero si había algun alojamiento cerca, el le dijo que a la salida hacia la carretera principal había una. La tortuga cogió su mochila y salió.

La coneja despertó de su letargo y se puso de pie. Pensó en que ya era momento de volver a casa.

Subió a su auto y vio que la tortuga camina del lado derecho, con una gran mochila y su linterna. No lo pensó mucho y se detuvo.

- Sube!

La tortuga sonrió y subió.

- Sabía que hicimos match.

La coneja sonrió apenas.

- A dónde vas?

- El cantinero dijo que a la salida a la carretera central había un motel, si hay espacio me quedo sino, te agradecería que me lleves a la ciudad. Suficiente espacio natural hasta hoy, necesito comprar cosas y  comer papas fritas.

- Okey.

La tortuga le pidió que le esperara unos segundos para confirmar si había algún cuarto vacío en el motel. La coneja rogaba que no lo hubiera, le agradaba sentirse acompañada de la tortuga.

- Llévame al centro, vaquera!

- Shure!- dijo la coneja, ahora más contenta.

Entraron a la via grande, y la coneja volvió al silencio. La tortuga tampoco dijo nada. La coneja esta vez ingresó por una entrada hacia la derecha y bajó la velocidad.

- Oye, no tengo muchas ganas de entrometerme pero quiero saberlo. ¿Qué te ocurre coneja?

- No estoy segura. No se lo que siento en este momento. Por las tardes, anhelo que termine el turno y al salir, no se qué hacer. Hay días en que me siento mejor y otros días no tanto. Hoy es uno de esos días.

- Ya veo, no recuerdo haber sentido algo así pero también tuve una razón para dejarlo todo y darme un tiempo para caminar por los bosques. Necesitaba dejar de ser la tortuga, estaba harta y creo que quería un reto. No lo hago bien, debo confesar, no soy tan deportista, pero no estoy en casa. Vivo de un poco del ahorro que tenía y de la caridad de la gente que me da aventones, como tú hoy. Alguna vez terminaré hecha un caldo decía mi madre, tal vez, no lo sé sabes, igual moriré. No debería decir eso pero ya vez, hablo mucho cuando me siento a gusto. Espera, gira hacia la derecha, hay aquí un lugar espectacular, tienen faros y esas cosas, te gustará verlo. Vamos!

La tortuga se había dado cuenta que la coneja no se negaría.

- Ya conocía este lugar, yo corría por aquí en las noches. Es un lugar tranquilo, parece que aquí nada nos pasará.

- Yo venía aquí porque sabía que no habría muchas personas, es bueno conocer un lugar así dentro de la ciudad-dijo la tortuga.

- Tú no tienes familia verdad?- preguntó la tortuga.

- La tengo. Un día solo cogí mi mochila y salí, no dije nada más. No es que fuera fácil, lo pensé por mucho tiempo y un día bam! no lo pensé más, cogí mis cosas y salí cuando nadie estaba, así nadie me diría que estaba haciendo lo incorrecto. No traje el celular y solo avance, no volví. No se que pensarán de mí. No creo que lo mejor, supongo que dirán que soy egoísta. Y es verdad, lo soy. No pienso en nadie más que en mí.

Desde ese día deje de ser la tortuga, ya sabes, lo que se espera de uno: amable, inteligente, audaz, proactiva, trabajadora, aseada, femenina, cuidadosa. No digo que tampoco sea lo contrario, ojo! No me soy un animal malvada, tranquila! Ahora solo soy lo que salga. El único momento en que necesito ser agradable es cuando quiero que me ayuden pero también me siento sola andando en el bosque, es agradable poder tener compañía de vez en cuando.

- Yo necesito el dinero, por eso me levanto a trabajar a diario. Creo que es lo que me recuerda que no debo quedarme en casa.

- Y qué te gustaría hacer si ya no te preocupara el dinero?

- Qué me gustaría hacer? pues... no lo sé tortuga.

Se quedaron viendo más allá del puente. En la oscuridad, se oía algunas aves desde el barranco de cañamos.

- Qué harás cuando ya no tengas dinero y necesites comer.

- Lo he pensado coneja- tarde o temprano me tengo que integrar a la sociedad- y no se que rayos hacer. Espero no estar viva cuando eso suceda.

La coneja sintió que la conversación se había puesto densa y no se sentía mejor.

- Creo que lo mejor es que regresemos.

- Sí, no quiero tardarte más. Has sido muy amable en darme aventón y platicar.

El camino tenía partes sin reparar, estaban haciéndolo durante el día, por lo que coneja iba despacio por los baches.

- Esto ya parece una trocha dijo la tortuga.

- Sí, esto no solía ser así. Justo vinimos en días de reparación.

Las luces de los faros empezaron a titilar, la coneja se extrañó, su auto había sido reparado a inicios del año así que no debía presentar problemas. De inmediato escuchó un sonido en el motor pero no se detuvo, desvió su mirada un segundo y vio que se atravesó un animal rápidamente. Se asustó y viró hacia la derecha. Para mala suerte de las dos, estaba a la altura de un risco que por la oscuridad no se veía si era profundo, lo único que sabían es que había mucho bosque por allí. 

Las dos hembras gritaban mientras el carro caia dando vueltas, era golpeadas y estaban quedando inconscientes hasta que llegaron al final. Se escuchaba un rio cerca.

(en mis sueños de despierto, te creo y eres perfecta, dices todo sobre y hasta más, no se cómo, pero lo haces. Mi mente dicta en un un papel inexistente y todo queda allí, en la nada, en el olvido, en la flojera. Hay mucho que decir, y todo queda allí.)

- ¿Sentiste eso?- dijo la coneja. Se movió, hubo un temblor!

- No, nada. Segura?

- Pero cómo no lo sentiste? Fue rápido, se movió la tierra!

La tortuga la miró sospechosa hasta que fue interrumpida por un ruido en el bosque que la alertó. Después de haber gritado auxilio, le pareció increíble que nadie la oyera estando tan cerca el parque, pero desde abajo, se veía vacío y aún no amanecía, le parecía una eternidad. La tortuga se sentó en la tierra, cansada pero con aire burlón, una sonrisa que se perdía con su mirada al vacío, se sentía terriblemente aburrida. Sintió la mirada de la coneja.

- Qué estás recordando, preguntó la coneja.

- Nada, recordé que alguna vez, en esa parque yo lloré por una desilusión amorosa. Dijo la tortuga, y sonrío.

- ¿Y por qué sonríes recordando algo triste?

- Pues, no sé, supongo que viéndolo desde este tiempo me parece absurdo. Con todo lo que pasó después, era absurdo sentirse triste por algo así.

- ¿Ya no sentías triste después de un desamor?

- Ja! cada puta vez me sentí hecha mierda jajajaja

Las dos rieron y sus risas terminaron en seco, dejando un silencio para oir otro ruido entre los árboles que estaban a unos 20 metros de ellas.

- ¿Por qué siempre duele no? El amor.

- El amor romántico, de parejas, no? umm pues. Acuérdate de lo que decía Diotima en el Banquete de Platón, solo se desea de lo que uno carece, si lo tuvieras pues no lo necesitarías, entonces no estarías deseando. El desear implica no tener, y el no tener duele, desear duele.

- Por qué dices acuérdate? yo por qué sabría quién es Diotima?

- No se, nunca leíste el Banquete de Platón? Pensé que alguien como tú lo leería.

- Alguien como yo? Quién te imaginas qué soy coneja? jajajaja me gustaría saber cómo es que me ves

- Ya! no te pongas compleja, solo es el dicho de un libro

- No lo leí pero tiene sentido lo que dice no? Tengo hambre y quiero unas papas fritas... diré que no tengo hambre cuando tenga la barriga llena, rechazaré comer en la cena porque en el almuerzo estoy llena pero cuando llega la cena, tendré hambre y seguro rebuscaré en lo que quedó de la comida.

- jajajaja estás pensando en comida? ya tienes hambre no?

- pues sí

- Deberíamos caminar hacia allá y ver si hay alguien que nos pueda ayudar, tal vez encontremos algo.

Se miraron y no se dijeron palabra, ninguna de las dos se levantó, tenían miedo. Sentían que estar al lado del carro, cerca al lugar donde cayeron, las mantendría a salvo.

- Ya! sabes qué, vamos! - dijo la tortuga. Y se levantó y comenzó a caminar.

La coneja de inmediato se levantó y la siguió quedándose atrás. Tal vez más adelante encontremos una forma de subir de este hueco al que hemos caído, dijo la coneja

miércoles, 12 de junio de 2019

Nos estamos haciendo viejos

Desde hace poco empezó a gustarme mucho el arroz caliente,
antes prefería una patata o ensaladas para acompañar el guiso.
Desde hace no mucho mi cuerpo pide 7 a 8 horas para dormir, no menos, a veces más, cuando puede o no le importa un chingo lo que hay pendiente por hacer hacer.
Hace mucho tuve mi primer llanto descontrolado por las marcas en mi rostro, esas líneas de expresión que están laterales a los labios y que me recuerdan a las que tienen los chimpancés. Ahora las miro pero con menos susto, con un poquito más de resignación.
Nos estamos haciendo viejos, me dijo un amigo cuando le conté que me calmaba ver los videos cortitos de preparación de postres en Pinterest. Yo creo que es mi lado ansioso de dulces el que se da un bañada de éxtasis entre tanta masa, crema, chocolate y azúcar cuando los ve, calma un poco su deseo y se alcanza con las manos algo parecido para calmar el deseo, algo igual, algo mejor... En la casa solo queda una mandarina.

domingo, 14 de abril de 2019

Eso lo vi hoy ahora que empezamos el día, juntas a hacer todos los pendientes de la casa.


Ese pedazo de mí que no me gusta, ese eres, idéntica y tal cual como no quiero ser

Soy ese miedo atroz a enfrentarme a lo desconocido
A hincarme la nariz hasta sangrar cuando estoy ansiosa
A preocuparme tanto que segundos después, me doy cuenta que no era para tanto
A llevar el pelo amarrado
A asustarme de la vejez
De sentirme tan enfermiza que se me la vida en un estornudo
De esas ideas nada románticas de que los hombres ya no me importan
Además de esas ganas de querer tanto a alguien (que por lo general no vale la pena)
De preocuparme de más y poner esa cara de que entiendes, de que ya no importa
De que no los abandonarás en este momento, aunque no sean merecedores de ello
De ese molesto hábito de prestar mayor atención de mis defectos y menos,
mucho menos de las cosas buenas de mí…
.
.
.
.
y lloro y me frustro porque no quiero ser como tú, pero lo soy, soy tu hechura
que no sabe valorar, o que, por lo menos, ahora ha descubierto
que a través de esa torpeza que cree que los demás ven y juzgan
en esa ingenuidad
en esa cobardía
en esa terquedad
en ese miedo
y en esa molesta forma tuya de justificar lo injustificable
está un corazón bondadoso
que no se lo merece nadienadie
en el miserable mundo donde tú y yo estamos.
El día que acepte esto, esto tuyo que hay en mí
y lo abrace y lo acepte
(y deje de esforzarme en pensar en como no parecerme a tí)
ese día habré descubierto otra forma de ser feliz.

Eso lo vi hoy ahora que empezamos el día, juntas a hacer todos los pendientes de la casa.

martes, 26 de febrero de 2019

Fugaz

A veces me asusto de mi soledad. Todo está yendo normal, como siempre, pero llega un pensamiento fugaz que me dice que en este momento no estoy amando, que nadie me está escribiendo un te amo todo ilusionado esperando una respuesta similar, hasta más efusiva demostrando lo enamorada que estoy. Entonces esta idea empieza a desesperarme y quiebra mi paz, como cuando uno está nadando tranquilamente y piensas en qué distancia estás del fondo o que deberías estar cerca a la orilla por precaución. Y buscas pisar la tierra  y no la encuentras, en un momento parece que sí, sentiste algo, la buscas con la punta del pie pero no hay nada, no! es el vacío, no hay fondooo!! el fondooo elfoo gloooglo glo gloo cof cof cofcof glugluglu... (auxilio me desmayo)

martes, 14 de agosto de 2018

Colonoscopía

Me acaban de poner el catéter en el brazo
y yo recuerdo tu rostro tan lívido, con solo esa imagen se humedecen los ojos.
La enfermera se da cuenta y me dice que no tenga miedo.
De pronto la imagen se cierra en tu rostro, tus ojos achinados sin fuerza, tus labios delgados que me dejan ver esos tus dos dientes de adelante, grandes, separados.
Me han vuelto a picar con la aguja, mis venas son delgadas. Qué ironía, mi mamá dice que mi cuerpo es "gruesito".
Te veo en un desierto ya, con esa mirada perdida, enferma. Tu tez color amarilla como la arena.
Luego ya te veo recuperada, con vida, con tu ropa de deporte que a veces ni hacías:
"La Glendy es inteligente cho, yo pues tengo mal el cerebro. Ay dolorononones que me dan en la cabeza".
La doctora: póngase de costado, junte sus piernas todo lo que pueda hacia su estómago. Muy bien.
"Ay yo quisiera enamorarme de la Glendy cho, ella es hermosa, estudiosa, buena china". Y estallabas en risa.
La enfermera: con este medicamento usted va a sentir sueño, tranquilita nomás mientras nosotras hacemos el procedimiento.
"Yo escribo poemas, solo no te vayas a reír. A veces escribo gaferas, como si no tuviera nada que hacer en mi chacra".

En el colegio, tú ganaste el concurso de poemas y yo el de cuentos, nos sentíamos muy artis.

Emita, pies pequeñitos...

miércoles, 8 de agosto de 2018

Omohide Poro Poro

Cuando vi la  historia de Taeko con el sello característico de Ghibli en Omohide Poro Poro (Recuerdos del ayer), me sentí emocionada y feliz porque encontré un personaje con quien me siento identificada. Me gusta imaginar que al igual que esta película, un día mis problemas se terminarán al bajar de un tren hacia la ciudad removida por mis fantasmas infantiles y coja un bus y me baje en media pista hacia el campo donde soy feliz (la parte del chico prefiero obviarla). Bueno, mientras tanto sigo siendo viviendo mi vida no animada y repitiendo historias pasadas con la claridad de no vivir en el pasado; si no de disfrutar de los buenos recuerdos.

Hace poco unos amigos me decían que soy muy detallista al escribir, comparto un recuerdo que he amoldado y he dado forma con el tiempo. Nada asegura que fuera totalmente así:

Mi papá y yo caminábamos contra todos en el Mercado Central, yo sentía que el apartaba camino para mí ya que iba adelante mientras yo trataba de seguir su paso agarrándome de su llavero de cadena. Él siempre me decía: agarra bien mi llavero y no te sueltes; y entrábamos a la jungla de vendedores, de cosas coloridas, de ambulantes, de otros agarrando algún objeto para ofrecértelo y ponértelo en la cara.
En algún momento mi papá recordaba que yo era más pequeña que él y me preguntaba si estaba bien. Hubo un momento en que me solté, fue un segundo y tuve miedo. Lo alcancé y me agarré fuerte de su bolsillo trasero. ¿Tienes sed? Recuerdo que ese día me compró una botella de Guaraná heladita, él se tomó media botella de un trago, yo de a poquitos, estaba bien fría.
No recuerdo qué compramos, solo puedo recordar que mi padre me protegía, era como un tacleador de fútbol que abría camino, ¿para avanzar? Para no parar y achicharrarnos con el sol de algún verano de los noventas.

Taeko Okajima y su problema con la división de fracciones

sábado, 18 de junio de 2016

Me saben a recuerdos

Cuántas veces te ha pasado que pruebas algo: el primer bocado, un leve recuerdo; el segundo, te encuentras en el momento recordado, el tercero, una sonrisa o sentimientos de tristeza te llenan y te los cuentas a ti mismo, reviviendo, o se los cuentas a otro, como suelo hacer yo, orgullosa de mi memoria gustativa.


Una parte de la película animada Ratatouille que ejemplifica lo que expongo aquí:



La creación de recuerdos mediante el gusto es algo que los científicos explican como un proceso complejo y que la recordación mediante los sabores percibidos en mayor parte son inconscientes. (Pueden leer estas publicaciones interesantes: Cerebro codifica tiempo y lugar de recuerdos de sabores y El sabor de los recuerdos: formación de la memoria gustativa)


Pruebas algo y voilà! una experiencia, un sentimiento o muchos vienen a la mente. Siempre me quedo asombrada de esta sensación, me fascina y me parece maravillosa para los seres vivos, porque no solo los humanos recordamos cuando comemos sino también los animales. Aún si se tratara de algo triste, de algo vergonzoso o mejor aún si es algo divertido o de mucha estima, es muy bonito recordar, aunque si se tratara de algo muy doloroso, seguro no estarían de acuerdo conmigo. Pero la mayoría de cosas uno las ve como quiere hacerlo, depende de la mirada que se aprende a darles.

Baudilia, mi abuela, cuando prueba algo de ponche, un batido de huevos a punto nieve con azúcar, recuerda el que le hacía su mamá de pequeña, a ella y a sus hermanas, y lo mucho que les gustaba. Puede recordar muchas cosas que sucedieron cuando era joven pero hoy no puede recordar si ya bebió su sopa o si aún no ha comido su segundo, la comida más sólida de su almuerzo. Tampoco recordará que la visité este día ni que me contó de las cosas ricas que comía con sus hermanas. Su alzheimer cada vez empeora. 


Baudilia (extremo derecho) y sus hermanas

La capacidad de recordar por medio de uno o varios sabores es inherente al hecho de tener un cerebro pensante y aun saludable que guarda en el hipotálamo esos acontecimientos pasados. De repente nuestro rostro revela "aquí hay algo, sucedió como aquella vez en que..." y puedes recordar el lugar o la fecha o que llevabas puesto o todos estos detalles juntos y más cosas que no recordarías solo por querer hacerlo. Todo en una mezcla de alimentos revolviéndose entre la lengua y los dientes o solo deslizándose hacia nuestra garganta.

Mucho de lo que como me recuerda a momentos de mi niñez:
Aquel guiso de frijoles verdes que me trajo a la memoria el que me hacía mi madre cuando era niña.
Aquel sabor del pan cuando mi tía barría el patio de la casa mientras dejaba cocinando la avena para el desayuno.

Y a veces tan solo su olor:
El aroma de la maca con manzana, aquella bebida caliente que tomamos fuera de la universidad, mi ricorda te...
y pienso en momentos no solo de la niñez.

Sé que no solo la comida nos evoca ciertos momentos pasados, también están otros elementos como la música, colores, ciertos sonidos, imágenes y todo lo que nuestro cuerpo pueda sentir. Todo lo que nuestro cerebro reconozca y produzca como una experiencia que ya pasó y que a veces no sabíamos que estaba allí, todavía con nosotros a pesar del tiempo.