y yo recuerdo tu rostro tan lívido, con solo esa imagen se humedecen los ojos.
La enfermera se da cuenta y me dice que no tenga miedo.
De pronto la imagen se cierra en tu rostro, tus ojos achinados sin fuerza, tus labios delgados que me dejan ver esos tus dos dientes de adelante, grandes, separados.
Me han vuelto a picar con la aguja, mis venas son delgadas. Qué ironía, mi mamá dice que mi cuerpo es "gruesito".
Te veo en un desierto ya, con esa mirada perdida, enferma. Tu tez color amarilla como la arena.
Luego ya te veo recuperada, con vida, con tu ropa de deporte que a veces ni hacías:
"La Glendy es inteligente cho, yo pues tengo mal el cerebro. Ay dolorononones que me dan en la cabeza".
La doctora: póngase de costado, junte sus piernas todo lo que pueda hacia su estómago. Muy bien.
"Ay yo quisiera enamorarme de la Glendy cho, ella es hermosa, estudiosa, buena china". Y estallabas en risa.
La enfermera: con este medicamento usted va a sentir sueño, tranquilita nomás mientras nosotras hacemos el procedimiento.
"Yo escribo poemas, solo no te vayas a reír. A veces escribo gaferas, como si no tuviera nada que hacer en mi chacra".
En el colegio, tú ganaste el concurso de poemas y yo el de cuentos, nos sentíamos muy artis.
Emita, pies pequeñitos...
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